Biografía de Maria Montessori
Maria Montessori
Biografía de Maria Montessori
Una biografía para niños.
INTRODUCCION
Niños:
¿Alguna vez han oído hablar de Maria Montessori?
Ella es una mujer que ustedes nunca han visto, pero que está con nosotros en la escuela todos los días.
Ustedes saben que el nombre de nuestra escuela es “Centro Pedagógico Infantil Maria Montessori”. ¿No se han preguntado por qué Montessori es parte del nombre de nuestra escuela? También es parte del nombre de Maria Montessori, y yo les voy a contar una historia sobre ella, la historia de su vida. La historia de la vida de una persona es una biografía. Cuando hayan oído la biografía de Maria Montessori, se darán cuenta de por qué nuestra escuela se llama Montessori.
El nacimiento de Maria Montessori y presentación de sus padres.
Maria Montessori nace hace mas de cien años, el treinta y uno de agosto de 1870 en la aldea de Chiaravalle, en Italia, país que tiene la forma de una bota y se encuentra en Europa.
Su mamá, Reñidle Montessori, y su papá, Alessandro Montessori, estaban muy orgullosos de su hija. Reñidle miraba su hermosa niña y pensaba que había un brillo muy especial en sus ojos.
El pueblo de Chiaravalle y la vida en la década de 1870.
María vivió los primeros cinco años de su vida en esa aldea. Esto ocurría hace mas de cien años, y en ese tiempo todas las cosas eran muy distintas. El estilo de ropa que la gente usaba era muy diferente. Las mujeres usaban enaguas largas y botines Los hombres usaban chalecos, tirantes y corbatas en forma de lazo.
No había agua corriente en la casa por eso las mujeres llevaban en su cabeza jarras con agua desde la fuente de la aldea. No había electricidad por eso la gente usaba velas y lámparas de aceite para ver en la oscuridad. No había automóviles por eso, para viajar de un lugar a otro, la gente caminaba o usaba caballos o carretas. La compra y venta se llevaba a cabo en el mercado de una calle de la aldea, en donde la gente vendía platos, vegetales, telas o cualquier cosa que pudieran sembrar o hacer.
Pocos niños iban a la escuela. A la mayoría se les mandaba a trabajar tan pronto como podían:
vendiendo huevos o pan en el mercado, trabajando en una granja, o ayudando a cuidar a los niños pequeños. Casi todo el mundo trabajaba porque casi todo el mundo era muy pobre. Poca gente iba a la escuela por eso poca gente podía leer o escribir, incluso los adultos. La gente que no podía escribir su nombre ponía una X en lugar de su firma.
A la familia de Mari le iba mucho mejor que a la mayoría de las familias. Su papá tenía buen trabajo en el gobierno y tanto él como su mamá sabían leer y escribir. María esperaba ir a la escuela con impaciencia.
La niñez de María.
María era una chica a quien le encantaba aprender. Tenía mucha curiosidad por la vida y hacía preguntas acerca de todo. Su mamá pensaba que esto era signo de inteligencia y la animaba ayudándole a encontrar las respuestas. A María también le gustaba ayudar a las personas menos dichosas que ella. Tenía para los pobres y siempre trataba de ser considerada, servicial y amable. María poseía un temperamento vivaz y defendía inmediatamente las cosas en que reía o a las personas que no fueran tratadas amablemente. Cuando Maria se enfadaba, pocos eran lo suficientemente fuertes para mirarla a los ojos y negarle algo.
La mudanza de la familia a Roma.
Cuando Maria tenía cinco años, su papá halló un trabajo mejor en la gran ciudad de Roma, capital de Italia. Ella y su mamá empacaron sus cosas y se mudaron a Roma con su papá. Vivían en un apartamento. A ella la vida de la ciudad le gustaba porque había muchas cosas que hacer y mucha gente bonita que ver y con quien hablar. También le gustaba la ciudad porque había muchos niños. Como no tenía hermanos ni hermanas, su mamá era su mejor amiga.
La primera experiencia de Maria en la escuela.
María tenía seis años cuando empezó a ir a la escuela. Estaba feliz a pesar de que las aulas eran tristes, sucias, frías y repletas de estudiantes. Todos los niños y las niñas tenían que estarse quietos en las incómodas sillas de sus escritorios todo el día y tenían que escuchar al maestro repetir la misma lección una y otra vez. No había suficientes libros ni papel para todos los niños.
María se sentaba en su escritorio y soñaba con una escuela que fuera cálida, limpia y alegre. Se imaginaba una escuela donde los niños se movieran libremente e investigaran cosas de interés. No podía entender porqué los maestros no trataban de hacer de la escuela un lugar más agradable. El dolor de espalda que le ocasiona su incómoda silla generalmente la hacía salir de ensueño. María era una chica muy inteligente que disfrutaba aprendiendo nuevas cosas por eso trataba de ignorar la terrible atmósfera de su escuela.
La mayoría de los niños que tenían suerte de asistir a la escuela, llegaban solamente al tercer grado. Después de eso los niños iban a trabajar o se quedaban en casa a ayudar a sus padres. A los niños que tenían la suerte de continuar más allá del tercer grado se les separaba ese año: una escuela para los niños y una escuela para las niñas.
María fue a la escuela de niñas hasta que cumplió los doce años.
A esa edad pocos niños continuaban sus estudios. Los que lo hacían eran casi siempre los muchachos. Las mujeres se quedaban en casa, y sus familias tenían dinero no tenían que trabajar; en la casa aprendían a convertirse en damas y a coser, cocinar y hacer el tè. Esto era lo que quería el papá de María para su hija.
La decisión de asistir a la escuela vocacional.
María quería otras cosas. A los doce años había salido muy bien en la escuela, y quiso continua sus estudios. Decidió entrar a la escuela vocacional, que era solo para muchachos, y se lo dijo a su mamá, que al ver ese brillo especial en los ojos de Maria, estuvo de acuerdo con la idea. Juntas se lo comunicaron al padre.
El papá de María se enfadó. Ya era hora de que María se convirtiera en una dama, y no había nada más que decir. Solo los muchachos iban a la escuela vocacional y ella no necesitaba saber nada más. Cuando María creciera, se casaría, tendría hijos y cuidaría su casa. Esas eran las cosas para las que tenía que prepararse.
La mamá vio que el brillo de los ojos de María aumentaba. Con mucha determinación y tenacidad, María y su mamá convencieron a su papá de que María era una chica especial y brillante que debía ir a la escuela vocacional. Y así lo hizo.
La vida en la escuela vocacional.
La escuela vocacional era también un sitio triste, pero a María no le importó mucho porque ya estaba ahí para aprender. Había otra chica en la escuela vocacional y el director creó las reglas especiales para ellas. No podían almorzar con los muchachos ni tampoco jugar con ellos en los recreos. Los muchachos no siempre eran amables con las chicas.
María era una buena estudiante y estudiaba con mucho empeño. Cuando terminó la escuela vocacional, tomo la desición de ir a la universidad y de llegar a ser doctora.
María decide asistir a la escuela de medicina.
María le contó a su mamá su decisión y, como siempre, su mamá pensó que era una gran idea. De nuevo, le dijeron a su papá.
El se escandalizó mucho más que antes. ¿Más estudios? ¿La Universidad? ¿Que María se hiciera doctor? En ese tiempo, solo los hombres iban a la universidad y de seguro ninguna mujer había tratado de hacerse doctora. Su papá le advirtió que ya era hora de que se convirtiera en una dama. No hacían falta más estudios para María Montessori.
A pesar de los ruegos de María y su mamá, su papá no quiso cambiar de opinión. Se enojó y estuvo enojado por mucho tiempo. Esto hizo que María estuviera muy triste, pero no abandonó su propósito de hacerse doctora algún día.
Solicitud a la escuela de medicina y súplica al papá.
María solicita la entrada a la escuela de medicina para llegar a ser doctora.
El rector de la universidad dijo: “No se admiten mujeres”.
“¿Cómo puede ser esto?,” le pregunto María, “Yo quiero ser doctora.”
“No se admiten mujeres,” dijo el rector.
“Muchísimas gracias, señor” le dijo María, “Pero ya llegare a ser doctora” y salió de su oficina.
La mirada de María adquirió de pronto un brillo muy especial. Entonces se fué a ver al Papa, que vive en Roma y es la cabeza de la iglesia católica de todo el mundo. El Papa es un hombre muy respetado y todos escuchan lo que tiene que decir. María le contó su problema y le pidió ayuda.
Nadie sabe exactamente qué fue lo que pasó, pero María fue la primera mujer de Italia que entró a la escuela de medicina.
María en laboratorio de la escuela de medicina.
María era la única mujer en la escuela de medicina. De nuevo se hicieron reglas especiales para ella. En ese tiempo los estudiantes de medicina aprendían a ser doctores a través del estudio de cadáveres. Al mismo tiempo que sus compañeros de clase durante el día. Tenía que trabajar sola de noche y usar velas o lámpara de aceite para alumbrarse. Sentía que era muy injusto hacer todo su trabajo sola. Muchas veces se hacía preguntas y no había nadie que pudiera darle respuestas.
El desaliento y el valor renovado.
Una noche cansada de trabajar tan duro, salió a dar un paseo. Se encontraba muy desanimada y pensaba que tal vez no debía terminar sus estudios.
Sucedió entonces algo raro: mientras caminaba vio a una pobre mujer que llevaba un pequeño niño, el cual se entretenía jugando con un pedazo de rojo papel brillante.
María los siguió para ver que hacía el niño con el papel. En la mente de María comenzaron a nacer ideas. Su corazón se llenó de valor y decidió terminar sus estudios.
Regresó al laboratorio y a su trabajo. Continuó estudiando con mucho empeño y en 1896 se graduó de la escuela de medicina. Convirtiéndose así en la primera doctora de Italia.
Graduación de la escuela de medicina.
Cuando María se graduó de la escuela de medicina, se le pidió que diera un discurso. Su padre vino a la ceremonia y escuchó a su hija con gran orgullo. Se avergonzó de haberse enojado con ella. Se dio cuenta de que no solo era una doctora, sino también una dama.
La mamá solo sonrío al ver el brillo en los ojos de María. Sabía que esto era solo el comienzo para su hija.
SEGUNDA PARTE
María, joven doctora, trabaja con los niños retrasados en el manicomio.
María era ahora la doctora Montessori. Aceptó un trabajo en un hospital de Roma. Uno de sus deberes era visitar los asilos de gente demente. Ahí encontró niños retrasados mentales, cuyas familias no los podían cuidar. A estos pobres niños se les llamaban “idiotas” o “personas de mente débil”. Nadie sabía qué hacer con ellos. Se les mantenían encerrados en cuartos que no tenían más que duros bancos de madera. No veían a nadie del exterior y no tenían anda con que jugar.
El corazón de María se conmovió al ver a estos desafortunados niños. Pasaba todo el tiempo que podía con ellos y sentía la necesidad de ayudarlos. Cierto día a llevar la comida a los niños, una enfermera le dijo a María que los pequeños eran sucios y voraces.
“¿Por qué dice eso?” preguntó María.
“Fíjese,”dijo la enfermera, “después de comer, se tiran al suelo a juntar las migas de pan, y se las ponen en la boca. Es asqueroso”.
María miró tristemente a los niños y se fijó en su cuarto vacío. “Estos pobres niños”, pesó “no son sucios ni voraces. No tienen nada más que hacer que juntar las migas de después de la comida. Se han inventado su propia diversión porque necesitan tener alguna clase de actividad.
María estudia a Seguin y a Itard.
María tuvo una idea. Conocía el trabajo de dos franceses que se llamaban Seguin e Itard.
Estos hombres habían trabajado con niños sordos y habían diseñado materiales especiales de tipo sensorial para ellos. Se les llaman sensoriales porque nosotros aprendemos con nuestros sentidos y estos materiales de enseñanza fueron diseñados para ayudar a los niños que no tenían el sentido del oído.
María pensó que si Seguin e Itard habían ayudado a los niños sordos con esos materiales, quizás ella podría ayudar a los niños retrasados de la misma manera. Viajó a Francia y estudió el trabajo de Seguin e Itard. Cuando regresó a Italia fabricó parte de estos materiales de tipo sensorial para los niños de los asilos.
Su introducción de materiales sensoriales a los niños retrasados da resultados extraordinarios.
Los niños estaban felices de tener algo que hacer y de tener a alguien que se preocupara por ellos. Jugaban con los materiales que María les había dado y aprendían mientras jugaban. Aprendían tocando con sus dedos, viendo con sus ojos, oyendo con sus oídos, y oliendo a través de la nariz. Aprendieron tan fácilmente que María les hizo muchas cosas para mantenerlos ocupados.
María se deleitaba observándolos. Algunas veces se quedaba con ellos todo el día e iba anotando cómo cambiaban y lo mucho que aprendían. Otras personas supieron del cambio de los niños idiotas y pidieron permiso a María para que los niños tomaran un examen con los niños “normales” de la misma edad en la escuela. Los niños retrasados hicieron el examen junto a los niños normales y salieron mejor que ellos. Todo el mundo se sorprendió. La gente pensó que María era maravillosa. “Ha hecho un milagro” dijeron. María no se fijó en eso. “¿Si estos pobres niños han salido tan bien, que tan bien saldrían los normales si se les educara de esta manera?” se preguntó María.
Con sus materiales especiales de enseñanza María pudo cambiar la vida de los niños retrasados de Italia. Se le pidió que fundara clínicas para educar de esta manera especial a estos niños. Trabajó muy duro y entrenó a otras personas para que entendieran sus ideas y se hicieran maestras. Los niños retrasados de Italia ya no eran considerados idiotas o casos incurables. Tenían mejores lugares donde vivir y podrían desarrollarse más en la medida de sus posibilidades. Se les daba la oportunidad de mejorar al máximo porque María Montessori se preocupaba por ellos.
Los niños salvajes de San Lorenzo.
María quería saber cómo funcionaría su trabajo con niños normales. Pero ¿Cómo hacerlo? En Italia los niños se quedaban en su casa hasta los seis años y luego, o iban a la escuela, o se ponían a trabajar.
Eran los primeros años de este siglo. Los campesinos pobres y sus familias dejaban el campo y se iban a la ciudad de Roma a buscar trabajo. Se construyeron grandes edificios para alojar estas personas. Por primera vez, las mamás salieron de sus casas para buscar trabajo y ganar dinero. Los niños que eran demasiado pequeños para trabajar o para ir a la escuela se quedaban en la casa solos. Algunos de estos grandes edificios se encontraban en un ligar de Roma llamado San Lorenzo. Esta parte de la ciudad era pobre y sucia. San Lorenzo era conocido como el peor barrio de Roma. EN un edificio habían como cincuenta niños que se quedaban solos todo el día mientras sus mamás estaban trabajando. Corrían como locos por los apartamentos y por las calles aventando piedras, rompiendo ventanas, escribiendo en las paredes y haciendo cualquier otra travesura que se les ocurriera.
Nadie sabía qué hacer con estos niños. El dueño del edificio se preocupó. Si no hacia lago pronto estos niños acabarían con el edificio. Se acordó de la doctora María Montessori y el trabajo que había hecho con los niños retrasados mentales. Se preguntó si ella no podría hacer algo con estos niños. Se puso con María para ver si ella podría organizar un lugar donde los niños pudieran jugar y aprender mientras que sus mamás estuvieran trabajando.
Esta era la oportunidad que María esperaba – la de trabajar con niños normales – aunque estos fueran un poco salvajes. Al día siguiente, María fue a San Lorenzo. Se impresionó ante el terrible aspecto de los departamentos y de las calles. Le dieron un pequeño cuartito, triste y sucio, ningún dinero para comprar juguetes y fabricar material.
Pero esto no detuve a María.
La primera “Casa dei Bambini” (Casa de niños).
María empezó a trabajar en su pequeño cuarto. Contrató a una mujer par que la ayudara. Pidió a sus amigos que recogieran dinero para juguetes y materiales. Hizo que los carpinteros construyeran muebles del tamaño de los niños para que pudieran sentarse y sentirse cómodos. Nadie había hecho esto antes. Ella limpió y pintó su pequeño cuarto, lo hizo brillante y placentero y le puso el nombre de “Casa dei Bambini”, que en italiano significa la “Casa de los niño”.
El seis de enero de 1907 abrió las puertas de la Casa dei Bambini e invitó a los niños a entrar.
Al principio, los niños no sabían que hacer. Nunca habían visto un lugar tan lindo donde todo era de su altura y tamaño.
Cuando comenzaron a asistir a la escuela de la Casa dei Bambini los niños estaban sucios y andrajosos. María decidió que primero debían aprender a cuidarse. Comenzó enseñándoles a lavarse la cara y las manos, a limpiarse la nariz y peinarse. Les enseño a lavar y arreglar sus ropas. También a barrer y fregar el piso, a sacudir los muebles y a fregar y secar los platos. Ante la incredulidad de todos, los niños se mantenían aseados al igual al pequeño cuarto de la Casa dei Bambini.
Al cambio en los niños de San Lorenzo.
María comenzó a traer los materiales sensoriales que había diseñado para los retasados mentales a la casa de los niños de San Lorenzo. Ellos los disfrutaban y aprendían tan rápidamente que muy pronto María tuvo que fabricar materiales nuevos hasta altas horas de la noche para que los niños pudieran usarlos al día siguiente.
Los niños jugaban con la torre rosa, las barras rojas, los bloques cilíndricos, el alfabeto móvil, la caja de husos y las letras de lija. Aprendieron a cantar, a leer, a dibujar, a contar, a cuidarse y a cuidar su escuela. María y los niños eran muy felices.
Después de un tiempo, la gente comenzó a enterarse del cambio de los niños salvajes de San Lorenzo. EL dueño del edificio y miembros del gobierno fueron a visitar la Casa dei Bambini. No podían creer el cambio que veían en los niños. Cuando se dieron cuenta de que los niños podían contar, leer, dibujar, cantar y cuidarse a sí mismos, pensaron que era un milagro. Le dijeron a María cuan maravillosa era.
Ella no se fijo en eso. Se pregunto, ¿Qué sucedería se a todos los niños se les educara de esta manera? Se convertirían en mejores adultos podrían hacer del mundo un lugar mejor.
María viaja por el mundo, escribe, da conferencias, funda nuevas escuelas Montessori y estudia.
Gente de todo el mundo comenzó a visitar la Casa dei Bambini. Querían saber más sobre la escuela de María y sobre su manera especial de enseñar a los niños. Ellos llamaron a este método de enseñanza “Método Montessori”.
Durante los veinte años siguientes, María escribió muchos libros acerca de sus observaciones sobre los niños. Viajó por todo el mundo y entrenó maestros en el método montessori. Fundó nuevas escuelas Montessori en casi todos los lugares que visitó. De noche se quedaba despierta hasta tarde, estudiaba, leía y hacia notas sobre lo que había observado y aprendió en sus viajes y de su trabajo con los niños.
Regresó a Italia para fundar escuelas por invitación de Mussolini. Comienza la segunda guerra mundial.
El tiempo pasó. Comenzó la década de 1920. Italia tenía un gobernante que se llamaba Benito Mussolini. Este se había impresionado con la doctora Montessori y sus escuelas, y declaro que todos los colegios de Italia debían seguir el método montessori.
María regresó de sus viajes contenta de estar de nuevo en su país. Comenzó a entrenar maestros, a mandar, a hacer materiales y a fundar escuelas por toda Italia. Mussolini nombró a María “Embajadora de los niños”.
Varios años después, sucedió algo terrible. La segunda guerra mundial comenzó y se peleaba por toda Europa. Mussolini no era un gobernante prudente. Se alió con los que querían dominar el mundo en lugar de aliarse con los que querían que la gente fuera libre. Mussolini quería que todos los italianos estuvieran de acuerdo con sus ideas.
En 1934, María se dio cuenta de que Mussolini quería que sus escuelas convirtieran a los niños en pequeños soldados. María deseaba que sus escuelas ayudaran a los niños a ser libres y a convertirse en los mejores seres humanos y esto no tenia nada que ver con que fueran soldados, Se rehusó a contribuir en el plan de Mussolini.
Esto lo enojó muchísimo y cerró sus escuelas. En Alemania se cerraron escuelas Montessori por la misma razón. En Berlín incluso amontonaron todos los libros en la plaza de la ciudad y quemaron una figura de María encima de ellos.
María abandona la guerra preocupada por la posible interrupción de su trabajo.
María dejó Italia y se fué a España. Esto la entristeció mucho porque amaba a su país. Sabía que ahora se trabajo era más importante que nunca porque el mundo estaba en guerra. Sus escuelas educarían a los niños para la paz ayudándoles a aprender a amarse mutuamente y a amar la tierra. Sabía que si los niños sentían estas cosas, crecerían para ser adultos y no abarrían más guerras.
En España, de nuevo, María entrenó a maestros, fundó escuelas, y escribió libros. Cuando la guerra llegó a España, partió a Inglaterra y luego a Holanda. Le gustó muchísimo Holanda y decidió convertirla en su hogar. Comenzó a trabajar entrenando maestros, fundando escuelas y escribiendo libros, como había hecho por todo el mundo. Pero la guerra en Europa seguía empeorando y María se preocupaba porque pudiera interrumpir su trabajo.
Acepta una invitación a la India y funda escuelas para los niños Hindúes.
India estaba al otro lado de la zona de guerra en Europa, ahí podría continuar su trabajo y sentirse segura.
En la India vivía en paz en Adrar, Madras con la gente pacífica de la sociedad Teosófica. Comenzó a entrenar maestros hindúes, a fundar escuelas y escribir libros sobre sus observaciones.
En la India los niños también trabajaron con los materiales sensoriales. No hubo necesidad de enseñarles a enlazar y amarrar sus zapatos porque ellos usaban sandalias o andaban descalzos, y tampoco hubo necesidad de enseñarles cómo cerrar la cremallera de una chaqueta porque en la India hace mucho calor para usarlas. En cambio les enseñó a amarrar saris, a hacer guirnaldas de flores, como ponerse flores en el cabello, y como ponerse pasta de sándalo en la frente, ya que estas eran costumbres del pueblo hindú. Dondequiera que trabajara, ella siempre incluía las costumbres del país de los niños.
Aunque el lenguaje, el vestido, las costumbres y la cultura eran diferentes de Europa; María se sentía en casa y amaba al pueblo hindú. Ella se aficionó a usar el vestido nativo, el sari. El pueblo hindú también la amaba y apreciaba de sus modales amables pero firmes.
María desarrolla su plan de educación cósmica en la India.
María se quedó en la India siete años. Había cumplido los setenta y todavía trabajaba muy duro. Mientras estuvo en la India, María desarrolló su plan de educación cósmica. Se dio cuenta que si a los niños se les educa para la paz, entenderían que son una parte muy importante del bienestar de la tierra. Aprenderían a amar y a tener aprecio por todas las cosas vivas y a entender que todos dependemos de cada una. Cuando los niños comprendían estas cosas, pensaba, crecerán en forma natural, para ser amorosos y pacíficos.
Termina la guerra y María regresa a Europa para continuar su trabajo hasta la muerte.
Finalmente la guerra mundial se terminó. María pudo regresar a Europa. Su hogar era ahora Holanda en lugar de Italia.
Una vez en casa, comenzó a trabajar de nuevo. A pesar de lo ocupada que estaba, escribiendo y enseñando, siempre se deba tiempo para estar con los niños. Pasaba horas observándolos, hablando con ellos y escuchándolos. Todos la querían y se apiñaban junto a ella por donde quiera que estuviera. Sabían que ella los amaba también.
María murió el 6 de mayo 1952, cuando tenía 83 años. Había vivido una larga vida, sirviendo de inspiración a mucha gente. Había sido una persona definida que pensaba por sí misma y que nunca dejó que nada la detuviera. Sintió que la misión de su vida era la de ayudar a los niños.
Y nos ayudó a todos al darnos una escuela tan especial.
Escuelas Montessori por todas partes.
Actualmente existen miles de escuelas Montessori por todo el mundo y centenas de planteles que entrenan a maestros Montessori. Hay colegios Montessori en todos los continentes, excepto la Antártida. Muchísimos niños están aprendiendo a trabajar con los mismos materiales con los que ustedes trabajan con los mismos materiales con los que ustedes trabajan en la escuela.
Si visitaran una escuela Montessori en otro país encontrarían muchas cosas similares a las de nuestra escuela. Se sentirían en casa y sabrían qué hacer a pesar de no hablar el mismo idioma.
Aunque la lengua, el vestido, las costumbres y la cultura sean diferentes, ustedes podrían trabajar con la torre rosada y las varas rojas.
El espíritu de María Montessori en las clases de todo el mundo.
Ahora se dan cuenta por qué María Montessori está con nosotros todos los días en la escuela.
Nosotros todavía usamos los mismos materiales que los niños retrasados mentalmente usaban hace más de cien años. Ahora tenemos muchas otras cosas en nuestra clase, pero de muchas maneras, nosotros somos como la primera escuela Montessori, la Casa dei Bambini.
Ahora que sabemos que hay miles de niños Montessori que juegan y trabajan como nosotros por todo el mundo. ¡No seria maravilloso si comenzáramos a escribirnos! ¡Necesitamos una sociedad Montessori de niños!
Tenemos que agradecer a María Montessori por las escuelas que tenemos hoy día. Ella está aquí en espíritu con nosotros como está en todas las escuelas Montessori del mundo.
FIN
“Las estrellas son tan grandes que no les importa parecer pequeñas”.